Personal Passiones

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lunes, 10 de junio de 2019

Querido hijo o hija.


 No sé si te tendré en algún futuro cercano o lejano, pero si es así; ésta es la segunda carta que te escribo sin aún siquiera conocerte, no sé con certeza si llegues a existir. Si llegas a mí, quiero dar las gracias. Sabes, tengo un miedo frecuente cuando pienso en si quiero hijos. No sé si sea un buen prospecto de madre, no quiero llegar a ser muy dura, ni muy suave. No sé si llegue a ser una mujer fuerte y luchadora para mis hijos, tal vez sea una inútil al defender su bien; en estos momentos de mi vida, no soy capaz ni de defender el mío. Si vieras mi vida ahorita, dirías que tu madre es un desmadre. Ciertamente la vida no es fácil. Todos nos partimos en pedazo queriendo hacer que la vida sea hermosa, linda, sin complicaciones para los niños. El camino es muy áspero y te va corrompiendo, dependiendo de tu entorno y forma de ir creciendo, así van naciendo las malas personas o se van construyendo los nobles guerreros que no la han tenido fácil. Ciertamente, nadie la va a tener fácil. Pero si vienes a este mundo a través de mí, entiende que jamás voy a querer que sufras como lo he hecho yo. Y si eso te sucede, seas mucho mucho más fuerte que yo para no dejar que eso te tumbe nunca y siempre salgas con la vista hacia el frente. Nunca agachada. Nunca hacia atrás.