Personal Passiones

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sábado, 12 de septiembre de 2015

El amor no es elección

Cuando encuentres un amor verdadero, lo reconocerás
Llámame anticuado, pero aun creo en las miradas profundas, aún creo en los besos con dulzura, aún creo en las cartas que al leerlas enrojecen mejillas, aún creo en las relaciones que duran toda una existencia, Llámame anticuado, pero aun creo en el amor.


– Edgar Pareja




Cuando nos enamoramos estamos tan encandilados que es muy fácil confundir el amor con el enamoramiento. Y es que nos enseñan que siempre debemos seguir nuestros sentimientos y hacer lo que nos hace felices. Pero los sentimientos son muy volubles y fugaces. Y es justamente a partir de este punto que podrás comprender que uno no elige quién le atrae, pero sí a quién amar y sobre todo a quién quiere amar por toda tu vida, y es que el amor no es sólo un sentimiento eufórico espontáneo, sino una acción deliberada.



Podría decirles que el verdadero amor no duele, no teme y deja ser. Que el verdadero amor sólo da y se hace disponible para el otro y para todos.



Pero, lo siento, pues soy una de esas personas que crecieron pensando que el ideal del amor lo representaba la historia de Romeo y Julieta, una historia de deseo, miedo y muerte. Lo cierto es que el amor es menos romántico de lo que imaginamos, poco tiene que ver con lo que vemos en las películas y en los best sellers de una librería. El amor verdadero no puede reducirse a lo físico ni lo romántico, él es práctico, transforma. El amor es mucho más que una sensación de euforia. El verdadero amor no siempre es suave, lindo y tierno. La mayoría de las veces, el verdadero amor requiere arremangarse, ensuciarse las manos, y tener la frente sudada. El verdadero amor nos pide que hagamos cosas difíciles: perdonarnos, apoyar los sueños de la pareja, consolarnos en momentos de dolor, o cuidar a la familia. El verdadero amor no es fácil, pero es maravilloso y tiene mucho más valor.



En el momento en que confundimos al amor con una emoción, su significado se distorsiona y se bloquea la verdadera energía del amor. Y así como la excitación es muy diferente de la alegría, la pasión es diferente del amor. La pasión es una emoción que libera un fuego interno, pero cuando su intensidad se apaga la emoción desaparece, y luego aparece el vacío. En cambio el amor es un sentimiento que fluye lento y seguro, y así como el agua suaviza hasta la roca más dura, el amor es capaz de ablandar cualquier rigidez que tengamos dentro.



Fíjate, el amor, cuando es genuino, nos empuja a la búsqueda de la felicidad, pero no sólo la nuestra, sino la felicidad de la persona que amamos. Muy a menudo escuchamos decir: “es que le necesito tanto”, y no no y no, eso no es amor, eso es dependencia, lo que hace grande un amor es que aún sin necesitarse, una pareja elija estar juntos, elija compartir sus vidas.



Las parejas que viven una relación sana y duradera entienden el compromiso y no se dejan arrastrar por reacciones pasionales como la desconfianza, el rencor o los celos. Son capaces de entender que cada persona necesita sus instantes íntimos. Son capaces de perdonar las acciones del pasado para poder crecer en el presente. Comparten la vida y se comprometen a respetarse y amarse con cariño y comprensión.









“Nadie se enamora por elección, es por casualidad. Nadie permanece en el amor por casualidad, es por trabajo. Y nadie pierde el amor por casualidad, es por elección”.




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