Personal Passiones

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viernes, 20 de octubre de 2017

Ride.



Estaba en el invierno de mi vida, y los hombres que había conocido a lo largo del camino habían sido mi único verano. De noche me duermo con visiones de mi misma bailando y riendo y llorando con ellos, tres años seguidos de estar en una gira mundial interminable y mis recuerdos de ellos fueron lo único que me sostuvieron. Y mis únicos momento felices.

Yo era una cantante, no una muy popular. Una vez tuve el sueño de convertirme en una hermosa poeta, pero por una serie de eventos desafortunados vi esos sueños tirados y divididos como un millón de estrellas en el cielo. A las que les pedí deseos una y otra, y otra vez, brillantes, y rotas.
Pero no me importaba en realidad porque sabía que se necesita obtener todo lo que uno siempre quiso y luego perderlo para saber lo que es tener verdadera libertad. 
Cuando la gente que conocía se enteró de lo que había estado haciendo el cómo vivía, me preguntaron '¿por qué?', pero no sirve de nada hablar con gente que tiene un hogar, no saben lo que es sentir seguridad en otras personas, para que tu hogar sea en donde estás con ellos.
Yo fui una niña inusual, mi madre me decía que yo tenía el alma de un camaleón, sin brújula moral que me apuntara hacia el norte, sin personalidad fija, sólo una indecisión interior tan amplia y vacilante como el océano. Y si dijera que no pensé que fuera así, estaría mintiendo.


Porque nací para ser la otra mujer, la que no le perteneció a nadie, que le perteneció a todos, que no tenía nada, que quería todo. Con un fuego por cada experiencia y una obsesión por la libertad que me aterrorizó hasta el punto de que ni siquiera podía hablar de ello.
Y me empujó a un punto nómada de locura que tanto me deslumbró y me mareó.


Cada noche solía rezar para poder encontrar a mi propia gente, y al final los hallé, en la carretera. No teníamos nada que perder, nada que ganar, nada que deseáramos más, excepto que hiciéramos de nuestras vidas una obra de arte.

Vive rápido, muere joven, sé salvaje, y diviértete.


Creo en el país que América solía ser, creo en la persona que me quiero convertir, creo en la libertad del camino abierto. Y mi lema es el mismo de siempre: "Creo en la amabilidad de los extraños".

Y cuando estoy en guerra conmigo misma, yo viajo. Sólo viajo.

¿Quién eres? 

¿Estás en contacto con todas tus fantasías oscuras? ¿Has creado una vida para ti donde puedas experimentarlos?

Yo sí.

Estoy jodidamente loca.

Pero soy libre.





-RIDE EPILOGUE. LANA DEL REY.-



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